De noche y de espaldas.
Me inspiré en la lluvia, porque era lo
que más me recordaba a ti. El murmullo de las gotas estrellándose
contra el cristal, como yo lo hacía contra tus mil muros. Con tu
ignorancia y tu insuficiencia. Nunca te oí decir que las cosas irían
bien. No eras como los demás, ni mucho menos; tampoco yo quise que
lo fueras. Pero pedía algo de calor a gritos, tumbarme en tu pecho y
no escuchar reproches; porque pensar que tenías corazón no era más que
uno de mis mil errores. Aunque para tí, esa cifra fuera bastante
baja. Porque a tus ojos los errores salían de los rincones más
oscuros. Y no había noche que pegada a ti en la cama, no sintiera el
frío pegado a mi piel en vez de tu aliento.
"Que yo sólo buscaba escalar tu espalda cada amanecer y acabar el día en el mismo lugar que lo empezamos."
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