Alone in the middle of the street.

Rodaban las gotas por las ventanas del pequeño piso, y a Marien, en vez de algo refrescante, tan solo le parecía estar asfixiándose más. Puede que, a pesar de todo, las cosas hubieran cambiado a su alrededor. Quizás incluso, ella misma hubiera cambiado irremediablemente, pero algo había seguido siendo lo mismo: continuaba ahogándose en su propia piel. Las sonrisas podían ser sinceras. Las miradas, el tiempo, la lluvia podían hacerle parecer que era diferente. Pero o lo era radicalmente, o aún no se había quitado los pigmentos de su yo pequeño e inseguro. Sus ganas de dejarse llevar por las críticas. Que dolían. Vaya si dolían. Todo lo que había hecho que no pudiera cargar con una coraza a sus espaldas, todo lo que, por insignificante que pudiera parecer, recobraba sus ansias de dejarse llevar por el camino más intrincado. Qué irónica es la vida, cuando no sabes que es lo que te depara.


Desear ser insignificante debería estar prohibido.

Comentarios

  1. A veces los que desean ser insignificantes son los que más valor tienen, creo que merecería la pena conocer a personas así.
    Encantada de volver a leerte.
    Rayos de sol desde http://hazbrillaratusonrisa.blogspot.com.es/
    M.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Mária, encantada de que vuelvas por aquí:)

    ResponderEliminar
  3. Hola Mery, he pasado por tu blog y me ha parecido genial, te expresas muy bien con las palabras. Estoy encantada!

    Si puedes echarle un vistazo al mío, te lo agradecería mucho http://diarioanecdotica.blogspot.com
    Nos leemos, un abrazo a la distancia, desde Perú.
    Marianne :-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Marianne!
      Por supuesto, me paso ahora mismo:)
      Un beso desde España<3

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares