Flores marchitas a mi lado del jardín
Un mes y medio borrando su rostro.
Milímetro cuadrado a milímetro cuadrado, a fuerza de negación, de
vodka caliente, de libros leídos, de películas vistas y de
ansiolíticos. Un mes y medio que, es obvio, sigue pareciéndome una
eternidad sin que me bese. Pero los errores cometidos y los deslices
que nadie quiso entender se han ido acumulando, como los recuerdos de
las calles llenas en las que sólo estábamos él, yo y lo que por
aquel entonces era un nosotros. Me castigué en su momento por
haberle dejado escapar, pero hay cosas que nunca cambiarán. Como mi
insensatez y mi miedo a fracasar. Como las horas que no pensaba que
el final estaba cerca. Pero qué le voy a hacer si no tengo fuerzas
para acariciarle sin que mi conciencia me reconcoma los huecos entre
el corazón y la razón. Ojalá hubiera podido decirle qué fue para
mí antes de que el silencio nos separara, y haberle explicado que no
me cuadraban los cálculos. No teníamos más que una pizca de alma
que regalarnos, una pizca de tiempo para querernos y demasiado
orgullo para decirnos lo que de verdad importa. Pero ya es tarde, y
sólo nos queda olvidarnos.
Algún día entenderás que nunca quise hacerte daño.
Menudo final, me ha encantado.
ResponderEliminarPásate por mi blog por favor, y me dices que te parece que soy nueva por aquí :)
finaltangible.blogspot.com.es
Echaba de menos estos textazos.
ResponderEliminarMil besos desde http://hazbrillaratusonrisa.blogspot.com.es/