Hay tres maneras de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta y la mía
Ella odiaba morderse las uñas, el café tibio, la mantequilla de cacahuete por las mañanas, las mil calorías de todos las bolsas y guarrerías que le estaba prohibido comer, las montañas a las cuales había que subir, las miradas de reojo, los platos sucios sobre la mesa. El pelo grasiento, el color verde, la gente guapa, el ego, el sudor. Odiaba tantas cosas, que después de ver todo aquello en su pequeña libreta rosa, dudó por unos instantes que la vida tuviese cosas buenas... Pero amaba a aquel chico de ojos azules, sus sonrisas, los besos ajenos, los sueños, el color rojo, los pantalones cortos, el olor a nenuco y a bebé, las horas muertas, el sol de primavera, la gente que se abrazaba, las madrugadas entre sábanas ajenas, los recuerdos bonitos, viajar, dormir, vivir.
No, no es justo decir que las cosas malas ganan a las bonitas; porque es cierto que una sin la otra, no saben vivir.
No, no es justo decir que las cosas malas ganan a las bonitas; porque es cierto que una sin la otra, no saben vivir.
Una entrada increíble, espero ver tus textos más a menudo, ya los estoy echando de menos.
ResponderEliminarMuchas gracias Mária, la verdad es que es un gusto tenerte como seguidora:)
EliminarY sí, sé que he abandonado un poco esto durante la semana, pero prometo que escribiré más a menudo!
Un besote^^