Caleidosférico

Las calles por las que paseaba, estaban desiertas a aquellas horas de la noche. Las luces de lo hogares apagadas, ni un solo coche interrumpía sus pensamientos. Excepto los bares de alterne, todo estaba en penumbra, esperando el momento exacto para volver a cobrar vida. Le gustaba respirar aquel aire pacífico, ese momento en el que las personas callaban, vencidas por el sueño. Ni un grito, ni una palabra más alta. Todo cobraba sentido en sueños, y las personas se abrazaban inconscientemente. Excepto ella. Loba solitaria por las  calles de París, buscando un motivo por el cual seguir viviendo, con una botella de tequila en el bolso y la sobriedad suficiente como para continuar caminando otros cincuenta mil azulejos más.



Cuidado con la tristeza. Es un vicio.

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