Dime cuándo

Su moño castaño iba perdiendo mechones con cada paso que daba, así que de vez en cuando se llevaba la mano al pelo y se lo colocaba delicadamente. Cruzó la calle, dio la vuelta en la esquina de la tienda de chucherías, llena a esas horas de la tarde, y subió hasta su piso.
Jasmine solo era una veinteañera desordenada que no sabía dormir con la luz apagada. Tenía unas cuantas manías inconfesables, un par de fotos que le recordaban tiempos pasados y un bote de chocolate espeso con el que conseguía olvidarse de que el tiempo era más veloz que ella. Se limitaba a la rutina; al día a día.
Pero en uno de esos días de rutina, algo le ofreció la oportunidad de cambiar su mundo de un suspiro.
Llamémosle X.




Una vez más, segundo a segundo, recuperaba todo aquello que había perdido.

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