Cuentos de príncipes y principesas.

- Déjame decirte que yo no he olvidado, que me he pasado noches en vela imaginándome qué podría haber sido de nosotros. Siempre dije que éramos polos opuestos y que por eso éramos almas gemelas. El uno para el otro. Pero nadie me hizo caso; y siguen sin hacérmelo.
Y mírame ahora, parezco una niña pequeña siguiéndote a escondidas, detrás de las farolas, entre los coches y en el autobús de ida. Porque nunca vuelvo. Siempre me quedo bajo tu portal mirando las estrellas y rogando a nadie sabe qué, que bajes y me veas; tendría que inventar una buena excusa, pero eso es lo de menos.
Y sí, el destino está escrito, pero nosotros podemos borrarlo de un suspiro, con un beso o un abrazo. Con un te quiero, con una caricia. Con cualquier cosa menos con el odio, la distancia y el olvido.
Porque quiero que me recuerdes como aquella chica boba que hizo que sonrieras día y noche, porque creía que lo más bonito del mundo era tu sonrisa. Y que no te dejaba dormir. Porque si tus ojos se cerraban su mundo se oscurecía.
Aún espero que algo haga que te des cuenta de que mis palabras son unas, y mis pensamientos otros. Seguiré esperándote en las escaleras. Sí, aquellas en las que compartimos tantos momentos que me cuesta comprender como no se han aburrido ya de nosotros. Te esperaré aunque sea en las nubes. O debajo de la cama, tal vez. Pero vuelve y dime que soy lo más bonito que te ha pasado, y entonces volveremos a ser nosotros en vez de tú y yo.


He perdido a mi príncipe azul, o puede que nunca lo haya encontrado. Pero no la esperanza.

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