Noches bohemias, sueños secretos.

Yo estaba medio dormida frente al café de la mañana, pero aquello debió apelar alguna tozuda fantasías porque desperté de repente. Cogí el teléfono, inventé un contexto, rellené los detalles y pinté el cuadro perfecto mietras al otro lado intentabas recuperar la sonrisa.
Me acosaron tres meses de noches bohemias, en que cada instante era una inmensa cadena de hierro alrededor de mi garganta, donde la voz se había extinguido. Tres meses de desvelo nocturno, mientras discutía con mi ángel y mi demonio en busca de algún rastro de bondad entre las sábanas desiertas de mi cama. Pero hoy la crueldad y la vileza son parte de mí, ellos me acogieron y se hicieron conmigo de un modo absurdo. El resultado es algo desconcertante, porque ya no me reconozco. No entiendo que ha sido de los miedos que me embestían día y noche, ni del dolor que se refugiaba en un recóndito lugar dentro de mi espíritu. Se han acabado los fosos de locura y desasosiego, mientras las ideas absurdas se deslizan por el rebaje de mi ventana. Porque hoy, se acabaron los sueños secretos.

Dejaré que el silencio ocupe tu lugar
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