Ayer. Hoy. Mañana.

No es custión de ver la realidad tal cual, simplemente se trata de entusiasmarse con la idea de un mañana más próximo. Encapricharse con unos zapatos rojos, a juego con el carmín y la pasión que une el pasado y el presente. Encender la llama de la ilusión a base de sonrisas y olvidar viejas secuelas que dejaron grandes heridas, que arrasaron en el pecho. Beberse a traguitos las ganas de comerse la boca, esa que provoca a todo el que la mira. Buscar el momento adecuado para quemar el deseo y consumir las alegrías como en un bono descuento. Brincar al recordar cuentos encantados e historias que no quieren acabar; que se buscan entre sábanas llenas de normas y silencios, pero que a pesar de todo, siguen estando presentes, pasadas y futuramente olvidadas.

Estoy a un paso de arrinconar lo aprendido y extraviar lo olvidado.

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