Love is the hardest.

Se recogió el pelo en una coleta alta y se calzó sus enormes tacones. Le encantaba sentirse importante, al menos por un día, mientras detrás de sus gafas oscuras el mundo se le venía encima. Quería dejar de pensar en las cosas malas y aceptar de una vez la vida en todo su esplendor, tal cual. Pero como siempre, es más fácil decir que hacer. Así, se prometió a sí misma dejar de mentirse; lo firmó en su propia piel con un tatuaje en el que rezaba: Ser o no ser. Aquel tatuaje que años después le haría sonreir al recordar como, a rajatabla, había seguido su camino sin mirar atrás. Y nunca más volvió a abandonar esa sonrisa gigante.

Comentarios

Entradas populares