Bucle infinito

Es difícil pensar con todo este ruido que me rodea. Es complicado pensar en los errores,
sobre todo en aquellos que no tienen solución. Me duele pensar en que en algún momento mi cabeza me advirtió de que aquello me traería el recuerdo de la traición, que pagaría por ello y el insomnio volvería a por todas. Pero al final seguí el mismo camino que siempre y tropecé con la misma piedra una y otra vez. En un bucle infinito. Recuerdo sentir en los huesos el miedo a echarlo todo a perder, pero no frené ni perdí velocidad, porque aunque parezca que la lógica rige siempre mi cabeza, el corazón suele ir por delante haciéndome recular un paso por cada tres adelantados. Como cantos arrastrados por la fiereza de las olas, que avanzan y retroceden de forma sistemática. Sé que sigo escondiéndome tras las metáforas porque son como trincheras hechas a medida, que me permiten despojarme al menos de la culpa. Y aún así, todavía siguen quedando tantas cosas que se niegan a abandonarme que apenas queda espacio para que todo ello pase desapercibido. Así es como se originan las noches en vela, removiendo sentencias y creando una película a cámara rápida con todas las situaciones de las que me pude salvar (y no lo hice).
A veces se extingue la vela, otras veces se extingue el sueño. En cualquier caso, aún sigue cada segundo dando vueltas a mi cabeza,


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