Juego a ser olvido.

No hay nada peor que saber que está a las puertas, paseándose por tu cabeza como si ya no hubiera mundo. Y vuelve, como un maldito bumerán, y te persigue. Joder, que más quisiera yo que haberte olvidado cuando tuve oportunidad. Pero es bien sabido que el karma hace genial su trabajo. "Aprende de tus errores". Bonita frase. Ojalá todo fuera tan fácil como decirlo. Y quiero volver a ser quien era. A tenerle cerca y decirle que siempre le quise. Quise no tener miedo, quise aprender a querer como lo hice, quise aparentar que no me moría de celos. Que quise demasiado, y que me acojoné. Que fui un corazón lunático y que cenaba los restos de sus besos. No se imaginaría nunca lo que me costó avanzar cuando caí, y él no estaba allí para reírse de mis estupideces, ni para decirme quién era. Cada vez lo pienso más, y de lo único que me entran ganas es de irme lejos, refrescar esa cosa que me late en la cabeza y que me tiene a trescientas revoluciones por minuto como poco. Que piensen que son los grados lo que falla en la ecuación. Que el azar me vuelva loca, aunque tire la moneda y siempre diga lo que quiero oír. Que no se llama azar, se llama suerte. Y al otro lado, hace tic-tac, y quiero quitarme la maldita opresión del estómago. Déjame volver a gritar desde un barranco, llorar con París a nuestros pies, querernos hasta desgastarnos, reírme para que no me beses y morirme por tu boca. Que ya no me acuerdo de como era pensar que éramos lo único.


Y por más cosas que intente poner encima, él siempre está ahí. Fuerte, fuerte.




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