El calor de tu sonrisa

Era una terraza llena de flores de mil colores; un cuarto, o tal vez un quinto. Con vistas a vidas ajenas, algo que hacía desaparecer los temores del día a día. Por la mañana, el sol deslumbraba entre las cortinas blancas, para avisar de que el día empezaba de nuevo; mientras que por la noche, la brisa nocturna apagaba todas las llamas de la casa. Era recorrer sus pasillos y sentir que algo te llenaba, puede que por aquellos colores, perfectos en cada instante, por el olor a bollos caseros, o por la habitación color canela. Aquella donde tantas cosas pasaban, aquella donde se respiraban recuerdos.
Todo aquello era parte de una vida, escondida entre cuatro paredes y una ventana, entre la noche y el día. Un alma perdida, una sonrisa apagada.



Pero cambió el rumbo del destino, lo hizo con su ayuda, con sus manos hábiles y con sus ojos índigo.

Comentarios

  1. Me encantó la entrada y tu blog es precioso.
    besos,
    la chica de las gafas

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