Bipolar

Ellos no eran perfectos, ni mucho menos, pero con el tiempo sus caminos se iban dividiendo sin que pudieran hacer nada para remediarlo. Habían guardado tanta amargura en sus corazones y había olvidado tan buenos momentos que eran incapaces de pronunciar un te quiero en voz alta; quizá ni si quiera lo sentían. Y aquella pequeña niña de ojos verdes se sentía culpable. Ella no era la causante de nada, lo sabía, pero no podía evitar sentir el peso sobre sus delgados hombros. No quería acabar como ellos y temía que las lágrimas bajo las que se escondía terminaran ahogándola de un suspiro. Pero tampoco quería echar a correr en la dirección opuesta como una cobarde, a pesar de que nada salvo su orgullo se lo impedía. Por eso, bajó las escaleras silenciosa, amortiguando sus pasos con leves movimientos hasta dar con la puerta exacta. Una puerta en la que un diminuto cartel rezaba: Problemas. Acabaría con ellos, estaba dispuesta.


Puede que sacar las cosas de quicio fuera su mejor forma de evadirse del mundo por unos momentos

Comentarios

  1. "Y cada vez más tú, y cada vez más yo, sin rastro de nosotros" (J. Sabina).

    Saludos.

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