Todo lo que tengo que decirte

- ¿Ves a aquella chica, la morena?
Asiento y sonrío. Y es que me encanta esa manía tan suya de inventarse vidas ajenas sentado en un banco vacío.
- Pues tras su bonita mirada esconde un gran secreto que no quiere desvelar -hace una pausa, como pensándose seriamente qué es tan preciado interrogante. - ha quedado con un chico. Pero él en realidad no la quiere como yo te quiero a ti; tan solo la desea.
De pronto, como si de verdad hubiera descubierto aquella confidencia, la chica levanta la vista hacia nosotros. Pero no es a nosotros a quienes mira, no. Es a un menudo adolescente, con sonrisa picarona, que se acerca lentamente hacia ella, con pasos agigantados pero con una lentitud desesperante.
Ella no sonríe.
- En su cabeza está maquinando la idea de dejarle, pero tiene miedo a las consecuencias.
Giro la cabeza en dirección opuesta, volviendo a la chica de pelo cobrizo y a su extraña mirada; una mezcla entre miedo y venganza.
- ¿Y cómo sabes todas esas cosas? -he decidido dejarles intimidad, reanudando así la conversación con él.
- Se leer las miradas ajenas. Y sé que estás expectante, a la espera de una bonita historia.
No puedo evitar reírme de nuevo.
- Voy a tener que dejar de mirarte, entonces.




Quiero tener el poder de inmortalizar cada momento, volver a sentirte cada vez que te recuerde.


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