Un viernes 13: Manhattan, tú y yo.

Por aquel entonces, yo era una chica risueña, de mirada verde penetrante y brillante, con miles de ideas y sueños que poner a rodar en algún momento. Vivía entonces una película, un cuento, paseando por las calles ruidosas de Manhattan, ante la mirada atenta de aquel chico malo de la calle de enfrente. Ese chico que ya se conocía de sobra mis horarios, y que cada tarde, asomaba su pelo negro por la ventana de su piso para contemplar el paisaje-posiblemente se limitara a mirarme solo a mi- al atardecer. No tendría más de 18 años, cuando aquel chico se atrevió a seguirme en una de mis idas y venidas al trabajo. Por supuesto, ya conocía de sobra sus intenciones, así que me limité a perderme entre el tumulto hasta que me encontré en un callejón sin salida. Sin ninguna escapatoria. Y allí solo estábamos sus ojos azules, su sonrisa que -por suerte o por desgracia- hacía que me calentase de un modo sobrenatural, y yo. No había forma de escapar del destino. Y así, poco a poco te acercaste hasta mí.

Comentarios

Entradas populares